lunes, 8 de junio de 2009

Hoy es lunes y madrid se ha levantado gris,

la semana pasada hacía incluso calor pero el viernes se nubló y el frío no nos ha dejado durante el fin de semana.
quería hablar de varios temas, del frío que siento ahora mismo, de lo que me gusta mi tiempo de ocio, de lo que me gusta madrid, mi barrio y la zona centro, de que madrid haga frío o calor es un hervidero de gente, extranjera y local, da igual, todo se mezcla en perfecta armonía bañado con unas cuantas cañas o copas, y de lo que últimamente me cuesta levantarme los lunes.
demasiado. a estas alturas de año y con el sol que entra por la mañana no me debería resultar tan duro, pero cada vez se me hace más cuesta arriba, el vestirme, pensar qué me pongo, y salir, cada vez camino más despacio al metro, desde que salgo de mi casa veo el reloj de la estación de atocha y me dice que llego tarde, pero no me importa, no acelero el paso, sé lo que me espera una vez que bajo las escaleras, el intenso calor, y los transbordos, me pongo en la parte del andén en el que tengo la salida para ahorrar tiempo, camino como un zombie, un autómata, subo y bajo las escaleras, ando por los pasillos, lo único que intento es no perder el equilibrio, si no pienso es mejor, un sueño profundo me embarga, se nublan las emociones y los sentidos. llego a la línea 6, la circular, infestada de gente, y entro en el vagón entre bochorno y mal olor, me intento poner lo más cerca posible de la puerta, aunque no siempre lo consigo, procuro no respirar apenas y asomar la cabeza cuando llega a la estación, para que me de el aire, son sólo dos estaciones las que tengo que hacer en esa línea, pero se me hacen eternas. después de unos 30 minutos salgo del metro boqueando como un pez aire fresco y ficho en la puerta de acceso a la oficina.

vuelvo a mirar por la ventana, veo las copas de los árboles mecidas por el viento y sigo sintiendo frío, aunque aquí dentro no lo hace, mi mente divaga de un tema a otro y soy incapaz de controlarla.

martes, 2 de junio de 2009

Ayer me enteré de que un avión de air france

había desaparecido sin dejar rastro, mientras hacía el recorrido desde parís a río de janeiro. me lo comentó un compañero de trabajo cuando leyó la noticia. me dejó helada, cómo podía desaparecer algo tan grande así de repente? viajaban 228 personas a bordo, cada una con familia y amigos, unos por placer, otros por trabajo y otros por motivos personales. entre los pasajeros había dos españoles a los que hemos podido poner nombre, hombre y mujer, ambos casados, aunque no entre ellos, sin hijos.
a algunos les habrán ido a llevar al aeropuerto, a otros les estarían esperando en el destino al que nunca llegarán, a todos les sorprendió la vida, los caminos por dónde nos lleva.
ahora sería demasiado fácil decir aquello del carpe diem y de que hay que vivir la vida como si hoy fuera tu último día y disfrutar de cada segundo, pero eso mejor lo dejo para los manuales de autoayuda.

esta es la historia de una tragedia, de una despedida, de 228 personas, cada uno con una historia distinta, una historia digna de ser contada.

descansen en paz